jueves, 15 de mayo de 2014

Babosas Soldado en la Primera Guerra Mundial

divertida babosa usando un casco


Dado el desarrollo tecnológico en ese entonces, se podría decir que la Primera Guerra Mundial fue una guerra de trincheras porque las alternativas para avanzar en campo enemigo eran escasas. A la par del desarrollo de armas de fuego también estaban las químicas, los militares estaban en búsqueda de nuevas formas de matar, así que utilizaban gas lacrimógeno, mostaza y de fosgeno en el bélico entorno.




soldados con mascara anti gas



medico atendiendo a soldado


Para protegerse de los gases tóxicos y generar temor en el bando opuesto los soldados tenían que utilizar máscaras anti-gas pero era imposible utilizarlas a todas horas. Los soldados no eran los únicos preocupados por la situación por lo que paralelamente se estaba trabajando en un método de detección de gases químicos, utilizando una gran variedad de animales para sus experimentos. La problemática se solucionó hasta que intervino Paul Bartsch, conservador del Museo Nacional de Historia y profesor de los Estados Unidos.


foto de paul bartsch
Paul Bartsch.

Bartsh, aparte de las investigaciones que hacía en el museo y la universidad, tenía otra línea de investigación en otros campos no tan académicos. Dentro de los trabajos que desarrollaba, experimentaba con las babosas de jardín y detectó que reaccionaban de manera rápida al humo de su chimenea. Después de múltiples estudios en compañía de sus babosos amigos, se dio cuenta que era exactamente lo que el ejército estaba buscando.


babosa qeu mide 15 centimetros
Limax Maximus.

Aunque el ser humano es capaz de detectar gas mostaza, lo hace demasiado tarde (cuando la concentración de partículas aire/gas es una entre cuatro millones). Este no es el caso de las babosas (limax maximus) ya que detectan gases químicos cuando la concentración es de uno sobre doce millones. Por lo que es 33.2 veces aproximadamente más eficaz en la detección del gas tóxico que el ser humano. Además, las babosas pueden cancelar su sistema respiratorio por lo que se pueden utilizar más de una vez para la tarea.


Una vez finalizado su estudio, Paul Bartsh se comunicó con el ejército de los Estados Unidos de América y el dispositivo fue aceptado por el bajo coste que supuso y su enorme facilidad de cargar (en una cajita con una esponja húmeda).  Estos no tan carismáticos pero valientes animalitos participaron en la guerra durante los últimos cinco meses que duró. 


babosa en un tanque de guerra

No hay comentarios.:

Publicar un comentario